Pues claro, es ¡así!
No por que los venezolanos seamos malos o nada que se le parezca, es simplemente por el hecho que somos nosotros los que decidimos ¡aceptarnos así! o no.
Es eso, como lo de la pobreza. La pobreza antes de ser económica es definitivamente de espíritu. De nuevo, te aceptas ¡así!; o, mas bien, decides hacer el esfuerzo y el sacrificio, y hacer que las cosas no sean ¡así!
En nuestro país, en los años 50, se recibió una inmigración enorme de refugiados europeos de pos-guerra que literalmente no tenían nada; solo la ropa que tenían encima y ya. Sin lugar a dudas, eran muy pero muy pobres desde el punto de vista económico. Pero que pasó, no se aceptaron ¡así! Muchos comenzaron siendo conserjes de edificios, otros se emplearon como obreros, en otros casos fueron mesoneros o empleados domésticos. Sin embargo, me recuerdo claro, cuando asistía al Colegio La Salle La Colina habían estudiando muchos hijos de estos inmigrantes. Con el tiempo, todos, absolutamente todos progresaron y se convirtieron en el motor de arranque de una Venezuela progresista en muchas áreas industriales. Y les pregunto, ¿cuándo ustedes han visto a un italiano, portugués, español o alemán viviendo en ranchos? ¡Respóndanse ustedes mismos!
¿Qué pasó luego? que el dinero, el populismo y eso que llaman los socialistas “redistribución de la riqueza” cambiaron la forma en que nuestro país avanzaba; y se desató la corrupción, sustentada por un populismo desbastador que nos trajo a este laberinto sin aparente solución.
Si a lo anterior le agregamos nuestra arrogancia al aplicar eso de “no vaaaaale yo no creo” que nos hizo actuar negligentemente ante una amenaza real que teníamos por delante; bueno, aquí estamos. Una Venezuela quebrada, desmembrada, diseminada por el mundo, sin rumbo aparente. Y mientras tanto, la mafia diabólica internacional saqueando al país con la ayuda interna de una cuerda de matones sin escrúpulos, ni principios, ni moral. Y esos países mafiosos como son Rusia, China, Cuba, Corea del Norte y el Estado Islámico aprovechándose de nuestra debilidad. No coman cuento con el desarrollo de estas supuestas potencias económicas como Rusia y China cuando lo que son, realmente, vendedores de armas y de muerte y la representación viva de la maldad y el descaro.
Regresando al punto inicial, y habiendo dicho todo lo anterior, la salida de este atolladero no está en un tercero; por el contrario, está en nosotros mismos como individuos. Lo primero que tiene que ocurrir dentro de nosotros es la convicción de “no aceptarse así”; decirse por dentro, “no me veo a mi ni a mi familia un minuto mas en esto”. Cuando esto ocurra, este grito será unísono y colectivo, imparable, invencible, liberador, conclusivo.
De nuevo, la decisión es nuestra, personal e individual, y mientras no la tomemos el laberinto se hará mas complejo y la desgracia mucho peor.
Dios nos ayude y nos ilumine!
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